Estos días, aprovechando la calma veraniega, he vuelto a leer un artículo de Davide Secchi, “Utilitarian, managerial and relational theories of corporate social responsibility” (International Journal of Management Reviews, 9(4), 2007, pp. 347-373). Es, como el título indica, una reordenación de las teorías sobre Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Si lo traigo a mi blog es porque me ha llevado a algunas reflexiones sobre la RSC: nada novedoso, pero que a mí me ha sido útil. No voy a explicar el contenido del artículo, sino de mis reflexiones; en concreto, no quiero hablar aquí de teorías sobre la RSC, sino de cómo se vive en la empresa. Ordenaré mis ideas en tres ámbitos: cómo ve la empresa sus relaciones con la sociedad; cómo gestiona la empresa la RSC, y cómo ve la sociedad a la empresa y sus responsabilidades sociales.
Lo primero que se me ocurrió es que estos problemas se verán de manera diferente según las circunstancias. Una pequeña tienda familiar que vende artículos de confección en un barrio de una ciudad mediana tendrá, probablemente, una visión muy diferente de su RSC que una empresa industrial que fabrica componentes para otras industrias, o una gran multinacional con negocios en varios países y sectores. Lo primero que salta a la vista es que cada empresa verá de distinta manera su integración en el sistema económico y en la sociedad o sociedades con las que interactúa: porque, en definitiva, la RSC se ocupa de esto.
La RSC surge cuando la empresa es consciente, en algún grado, de esa relación con la sociedad, de su amplitud y profundidad. Todas las empresas tienen alguna responsabilidad por esas relaciones, aunque quizás no sean conscientes de ellas: así, el pequeño comercio que vende piezas de ropa puede no saber que esas prendas se producen en un país remoto sin respeto de los deberes de justicia con los trabajadores o del medioambiente o, si lo sabe, puede sentirse ajeno a cualquier responsabilidad al respecto (esos problemas pueden ser negativos, como el que hemos mencionado, o positivos, cuando la fabricación de esas prendas abre oportunidades de empleo y renta a personas que antes estaban en la miseria: la RSC no solo “persigue” a las empresas que actúan de manera irresponsable, sino que también “aplaude” a las que lo hacen bien, aunque los medios de comunicación no suelen hacerlo).
Cuanto mayor es la empresa y su poder, más difícil es poder encogerse de hombros ante la RSC por sus acciones. La existencia de “costes (o beneficios) sociales” (por ejemplo, lo que en economía se llaman economías externas, como la contaminación, o el calentamiento global, también positivas, como la difusión de los conocimientos) lleva inmediatamente a la pregunta sobre cuál es la asignación justa de esos costes (o beneficios). De nuevo, será el tamaño y la sensibilidad de la empresa lo que determinará la distribución: a veces será la sociedad (la autoridad política) la que tendrá que hacerse cargo de esos costes (por ejemplo, mediante la política fiscal); en todo caso, la empresa debe reflexionar sobre cuál es su responsabilidad y cómo hacerle frente.
Por hoy ya es suficiente, seguiré otro día.
Muy interesante la reflexión profesor. La lógica nos dice que la sociedad va a exigir menos a una PYME que a una gran corporación, simplemente por la capacidad que tiene cada una para influir sobre los proveedores. Mientras que una PYME tiene que cuidar en cierta forma al proveedor y acogerse en muchos casos al más barato, una gran empresa puede cuidarse de presionar y apretar las tuercas a sus proveedores. Hasta hace poco esto lo hacían para ahorrar costes, sin embargo poco a poco parece que la tendencia tiende a ir también hacia la aplicación de políticas ambientales, la utilización o no utilización de determinados materiales y las garantías de unos mínimos derechos laborales en el ámbito del trabajo.
Gracias por esta inspiradora entrada, profesor. Es que aunque la entropía sea un concepto gigantesco, que llega hasta la persona misma (Polo), se plantea cibernéticamente -como feedback- a todo nivel y tamaño de los sistemas. Y cuando se co-relaciona como se hace en economía, se puede numeralizar. Pero la sincronía social y personal exige la temporalización o contra-relaciones, además. Para su numeración. Eso es algo que no se sabe hacer mas que en la física quántica-relativista. Y aunque es de amplia cultura, Polo la incluía de modo nativo en los sistemas orden-desorden. Decía que los números acogen el éxito de nuestra perfeccionabilización-(universo material)-perfectible-(persona y hábitos, incluso cuerpo físico). Yo lo expongo fácil (al menos eso creo) en mi artículo de Miscelánea Poliana, del IEFLP Nº 67