He añadido una nueva categoría, «Hogar», a este blog. Ya os habréis dado cuenta de que cada vez me interesan más los temas referentes al hogar y la familia, a menudo relacionándolos con los de la empresa. Esto viene de mi colaboración con la Home Renaissance Foundation de Londres, en cuyo Board colaboro. La entrada de hoy tiene un título tomado del blog del Institute for Family Studies, y está tomado de una entrevista al premio Nobel de Economía, James J. Heckman, de la Universidad de Chicago (aquí, en inglés).
La idea es muy interesante, y es una de las cosas que aprendí cuando empecé a relacionarme con la Home Renaissance Foundation. Hay muchos estudios excelentes que tratan de las políticas públicas para ayudar a los niños que no tienen recursos suficientes, pero esos estudios suelen fijarse principalmente en la disponibilidad de medios económicos para los niños en situación de desventaja, y olvidan la familia y sus circunstancias, es decir, el hogar. A lo más, se ocupan del dinero que la madre (que a menudo suele ser la cabeza de familia) va a recibir para sacar adelante a su hijo. Pero olvida el bloque madre- padre (si lo hay) – hijo.
Heckman tiene unas cuantas frases contundentes. «Nadie quiere hablar de la familia, y la familia es toda la historia«. «Esos programas de cuidado de los niños que yo he estudiado solo tienen éxito cuando ‘conectan’ a los padres… Este es el secreto: implicar a la familia, y la madre es la familia». «El mayor crecimiento de la desigualdad no tiene que ver solo con la brecha de salarios en el trabajo; tiene que ver también con el cambio experimentado por la estructura familiar en la sociedad amplia: más familias uniparentales«.
Invertir en los cuidados de los niños en los primeros años de vida es una inversión enormemente provechosa, dice el premio Nobel, con rendimientos de hasta el 13% anual. Pero cuando calculamos el rendimiento de la madre trabajando con su hijo, el rendimiento puede ser del 30 ó 40%. Los padres son más importantes en la vida de los niños que cualquier programa o cualquier profesional.
¿Cómo se puede aplicar esto a la empresa? Pensemos si las políticas de ayuda a las familias y de coordinación trabajo-familia prestan atención a todas las dimensiones del trabajador o trabajadora, también a su familia, y no solo a su remuneración y a su horario laboral.
Esta en lo cierto cuando menciona «Nadie quiere hablar de la familia, y la familia es toda la historia«. «Esos programas de cuidado de los niños que yo he estudiado solo tienen éxito cuando ‘conectan’ a los padres… Este es el secreto: implicar a la familia, y la madre es la familia». «El mayor crecimiento de la desigualdad no tiene que ver solo con la brecha de salarios en el trabajo; tiene que ver también con el cambio experimentado por la estructura familiar en la sociedad amplia: más familias uniparentales« porque debemos tomar en cuenta que la familia es primero para consolidar mucho mejor una empresa
Sin lugar a dudas es todo un reto conseguir los valores de rendimiento de la persona cuando es motivada por la familia en el entorno de la empresa.
Personalmente diría que es prácticamente imposible al existir en el entorno familiar tantos puntos potenciadores capacitados para tantos matices de la personalidad del individuo.
Con la intención de comentar un tema tan importante no temo repetirme de cosas que ya comenté anteriormente, Antonio. Es que parece que no quieren darse cuenta de que lo natural (o sea, lo «familiar») se mide ya en estadística por el orden-desorden como lo definía Boltzmann en 1888 para lo físico: así nace su constante k, que serviría después para obtener la constante de Planck, un gran logro de la mecánica. Los hábitos básicos, incluso llamados «costumbres familiares», son educados desde niños por los padres o tutores y serán los que definirán cómo alternarán siempre en su vida: laboral, social, institucional, empresarial, etc. Esos comportamientos se observan por sus conductas y allí pondrán toda su energía. Pero esa energía tiene unos rendimientos de distinta manifestación (movimiento circular le decía Polo) y se pueden medir con los fasores co-contra variantes que siempre menciono. Así nacen distribuciones orden-desorden temporales que hay que desarrollar porque el tiempo no es como los otros recursos covariantes (las Cobb-Douglas y sucedáneas no sirven de nada en este sentido) sino contra-variante. Yo las he medido llegando a generar, para la economía, costos de 5 a 23 veces los costos socialmente «ordenados». La familia es toda la historia, efectivamente.