La mentalidad utilitaria

Reconozco que, como economista, tengo una mentalidad bastante utilitaria. La economía neoclásica en la que me formé afirma que siempre estamos tratando de optimizar algo: tomar la mejor decisión, la que maximiza nuestra utilidad en cada momento; reducir los costes y aumentar los ingresos de las empresas para maximizar el beneficio; incluso, cuando entramos en la economía de los stakeholders, tratamos de maximizar el valor social creado por nuestras decisiones (aunque no tengamos muy claro qué es eso del «valor social»).

Pero la introducción de la ética en los procesos de toma de decisiones nos lleva a considerar que la maximización de algo no puede ser el criterio final. Al final está la persona, o las personas, y hay que tratarlas siempre como algo (alguien) que tiene dignidad, no solo utilidad; que es un fin, no solo un medio para otros fines. Acabamos de hacer una valoración del personal; les hemos dado un número a cada uno, que corresponde a lo que consideramos que es su contribución al valor económico o social de la empresa, y miramos quiénes están a la cola de esa lista de números, probablemente los peores, los sobrantes, los que contribuyen menos o, peor aún, los que restan, los que tienen contribución negativa. Pero entonces debemos pararnos a pensar en su dignidad, en eso que el filósofo Javier Gomá definía como «lo que estorba», lo que estorba para conseguir optimizar los recursos de la empresa.

«Prescindir de la cualitativo en nombre de la productividad es seguramente una de las vías más rápidas para socavar lo humano», leí hace un tiempo en un artículo en la web de Aceprensa. Obviamente, después de hacer nuestro listado tenemos que tomar decisiones. Pero mirando siempre a las personas que están detrás de esos números. Las métricas son relevantes, pero no en todo.

4 thoughts on “La mentalidad utilitaria

  1. Los servicios de Aceprensa, que cita de vez en cuando, son inspiradores, están bien fundamentados y son fáciles de leer.

  2. En una empresa que trabajé, había un lema que todos respetabamos: «Más ayuda el que menos estorba». Pregunto ¿Eramos retrógrados?.
    Tenemos todavía un gran desafío por delante: Convencer a la clase empresarial que por el bien del libre mercado, las actitudes feudales deben quedar atrás.

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