Como ya hemos comentado en el post anterior hay todavía muchas empresas familiares que no tienen adecuadamente separadas las funciones de la propiedad de las de gobierno y de la gestión. Todo es un uno, en una especie de totum revolutum.
Lo anterior, aunque tiene ventajas claras a la hora de la agilidad en tomar decisiones, tiene sus riesgos. Estos derivan de la posible confusión de roles. Hay excepciones. Son personas con una capacidad de discernimiento fuera de lo común que cuando están gestionando son capaces de entrever si realmente toman decisiones con criterio de gestión, de buen gobierno, o simplemente están pensando en su patrimonio. Como he dicho, empresarios y empresarias así haberlos haylos y haylas, otra cuestión es si esta especial capacidad innata será transmisible o no a la siguiente generación. Como lo mas probable es que no lo sea, parece prudente arbitrar mecanismos y crear estructuras, diseñar procesos y definir políticas que aseguren la sostenibilidad de la empresa. A este conjunto de cosas le podríamos llamar gobierno corporativo en la empresa familiar.
Con lo anterior creo haber respondido a la pregunta que encabeza este post. Por supuesto, dotarse de un sistema de gobierno corporativo es una elección.
Uno/a puede seguir siendo hasta su muerte, un/a hombre/mujer orquesta, pero si de verdad quiere dejar un legado y asegurar la continuidad, flaco favor les hace a las siguientes generaciones si en ese legado no viene establecido un sistema de gobierno corporativo.
Ese sistema de gobierno corporativo ha de dejar entrever claramente cuáles son los flujos de poder para que nadie se llame a engaño. Es bien sabido que las luchas de poder pueden acabar con cualquier organización y por supuesto también con una empresa familiar.
El poder ha de ser siempre descendente: ha de ir de los accionistas al consejo de administración y bajar en cascada hasta el consejero delegado y el equipo de dirección de la empresa. Para que todo funcione bien, hay que evitar cualquier interferencia: el consejo ha de supervisar, pero no entrometerse en la gestión de la dirección, la dirección puede proponer ideas, pero nunca cuestionar las decisiones del consejo. ¿Y qué sucede con los familiares no accionistas? ¿Tienen poder? Trataremos este tema en el próximo post.
Contar con órganos de gobierno es muy recomendable en cualquier empresa, pero en la empresa familiar es incluso aún más necesario, si cabe, pues los sistemas de gobierno son el mejor antídoto para combatir la excesiva dependencia que puede haber entre propiedad, negocio y dirección en este tipo de compañías.