Ha aparecido como Working paper del IESE un papel que escribí sobre «The logic of gift in business» (La lógica del don en la empresa: aquí, en inglés). Es un intento de explicar cómo puede una economía capitalista incluir el don, el regalo, la donación, la gratuidad. El origen es la Encíclica Caritas in veritate de Benedicto XVI. El Papa explica que hemos venido considerando que el mercado es el lugar de la eficiencia y de la justicia conmutativa; que al Estado corresponde la redistribución de la renta y de la riqueza por procedimientos coactivos, y que hay un «tercer sector», la sociedad civil, a quien corresponde la gratuidad: dar sin recibir nada a cambio.
Me pareció que lo que decía Benedicto XVI era un reto para los economistas. Y profundizando sobre lo que es la acción humana y, en concreto, la acción humana en la empresa, llegué a la conclusión de que hay muchas acciones gratuitas, mucho regalo, mucha donación, en todas las acciones que llevamos a cabo cada día. O sea que sí, que también en la empresa se puede -se debe, dice el Papa- vivir ese espíritu de donación. Y sospecho que esto nos obliga a nosotros, los economistas, a cambiar nuestra manera de razonar.
al interactuar con cada uno, con áquel que nos necesita recuperaremos «el don» de dar. Cada uno de los sectores mencionados debería interactuar , se puede vivir ese espíritu del dar desde la empresa, pero los directivos deberían ser líderes-ejemplo en el desarrollo de aque «don» otorgado per se pero que se ha decidio mejor enterrarlo por «miedo»a no hacer buen uso de él, no nos quejemos después cuando nos pidan cuentas de lo que se nos fue otorgado para su aplicación y fructificación.
Como siempre lo proponen los Pontífices de la Iglesia Católica, el RETO es sumamente atractivo como difícil. Pero es urgente que la empresa participe en el desarrollo de los pueblos, en especial en los países más necestiados.
No se puede hablar de desarrollo, cuando en un lugar florece la empresa petrolera o pesquera y los pueblos donde se desarrollan siguen sumidos en la pobreza con necesidades tan básicas como agua y desague.
Totalmente deacuerdo hemos caído en el mismo error de la antigua Francia, donde los más necesitados eran los que hacían todo…y la riqueza quedba siempre en manos de unos pocos…la gratuidad solciitada por el Pontícife puede darse pero recreando el valor perdido de la solidaridad en los educandos de las neuvas generaciones.
Estoy de acuerdo, especialmente con el tercer párrafo. ¿Por qué limitar el ejercicio de la gratuidad al tercer sector?
Claro que lo es como paradigma, pero en acciones ‘contantes’ probablemente esa acción humana en la empresa sea mucho más eficaz que la tarea encomiable de tantas ONG.
Si nos centramos en las personas, la visión cambia y todos los grupos (de interés o no) se relacionan en esa clave, que está ligada a la ‘lógica del don’.
Estoy de acuerdo, Carlos.
Muy cierto Carlos, la clave está entonces en concentrarse en cada quien y no mirar a la gente como un todo , un solo paquete, si nos detenemos un momento a interactuar con áquel que nos necesita, es entonces ahí caundo recuperamos «el don»
De acuerdo, Karina. Y abundo en una idea que tú señalas: no vesmoa colectivos, grupos, sino personas concretas.