La «otra» crisis financiera

Bueno, no es «otra»: forma parte de «la» crisis financiera en muchos países y en muchas instituciones (con honrosas excepciones, claro). Me refiero a la denuncia que Greg Smith ha hecho de las prácticas y de la cultura de Goldman Sachs, al tiempo que presentaba su dimisión (en inglés, aquí). Smith, alto directivo de Goldman, con casi 12 años en la empresa, se marcha con una carta dirigida al New York Times, denunciando las conductas de muchos directivos, analistas y empleados de la entidad, que él atribuye a un cambio de cultura: del servicio al cliente a sacarle todo el dinero posible; de sentirse orgulloso de pertenecer a una institución prestigiosa y útil a moverse solo por la búsqueda de un beneficio a corto plazo y a costa de lo que haga falta.

La noticia me llega un par de días después de que un amigo me cuenta las prácticas de una entidad financiera de nuestras tierras, engañando a una inmigrante latinoamericana con la excusa de que «la letra pequeña estaba muy clara». Bueno, quizás esas prácticas se pueden sostener ante la ley, pero alguien tendría que preguntarse, al mirarse al espejo por la mañana, si «eso» es una buena manera de hacer negocios, y si «yo» soy un buen directivo, o un buen empleado, de una entidad financiera.

No cabe duda de que el sector está necesitado de una buena reflexión moral. Mejor: de una buena reflexión sobre lo que significa ser un intermediario financiero. Y cuando digo el sector, digo todo el sector. Empezando por los de arriba de todo, porque ellos son los responsables de esas acciones. Si los de abajo engañan a los clientes y los maltratan, los de arriba no pueden ignorar los objetivos que les han puesto, los incentivos que les han ofrecido y la cultura que han creado.

Me ha salido una entrada un poco abrupta. Perdón si hiero alguna sensibilidad. Pero sigo pensando que esas prácticas son frecuentes, en las multinacionales norteamericanas y en las entidad locales, y que son indicio de una gestión lamentable.