He encontrado un breve artículo con el título de esta misma entrada, que dice cosas interesantes sobre cómo «hacer negocios con integridad». Aparece en un reciente Cuaderno del Instituto Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra, y su autor es David Thunder. Lo que me ha llamado la atención es un conjunto de seis desafíos, como el autor los llama, «que la vida empresarial puede suponer para una vida humana digna». Los resumo brevemente:
- El tratamiento de reglas y costumbres institucionales como sacrosantas. Se empieza asumiendo que esas reglas hay que obedecerlas de manera automática y sin crítica. Y uno acaba haciendo las cosas mal.
- Someterse acríticamente al ejemplo y la autoridad de los mentores y los jefes. Una cadena de mando clara es una bendición, pero puede hacer también mucho daño.
- El tratamiento de las oportunidades de negocio como imperativos incondicionales. No aprovecharlas se interpreta como un fallo grave en la empresa. Pero detrás de algunas oportunidades hay trampas éticas peligrosas, porque «despojan al empresario del negocio de libertad interior, y le impiden dar importancia a todos los valores relevantes en juego».
- Permitir que los parámetros convencionales de éxito prevalezcan sobre los propios juicios reflexivos sobre el bien. Nos gusta que nos aprueben, y esto puede llevarnos a conductas que van en contra de los valores realmente importantes.
- Idolatrar el éxito profesional. Porque hay que demostrar lealtad a proyectos que van más allá del negocio.
- Connivencia con actividades comerciales deshonestas o irresponsables. «Evitar el mal y la injusicia es un objetivo secundario, una consecuencia del compromiso de ejercer de manera responsables el propio rol dentro de la empresa».
Don Antonio:
Me parece una lista muy acertada. El problema es que para tener éxito en los desafíos mencionados los ejecutivos y directivos deben tener criterio moral, pero en general la enseñanza del management en las universidades y escuelas de negocio no atienden esta necesidad. Los alumnos son sometidos a gran exigencia en materias técnicas: estadísticas, contabilidad, marketing, etc., pero no se les forma (o se hace inadecuadamente) en el ámbito humanista: antropología, ética general, ética empresarial. Y por supuesto que los propios alumnos terminan por no dar a estos cursos la importancia que se merecen.