Vuelvo sobre un tema que ha salido repetidas veces en este blog: la relación entre Responsabilidad Social de la Empresa (RSE) y filantropía. Lo hago ahora a raíz de un comentario de Antonio Vives, a quien me gusta leer porque aprendo mucho, en su blog (aquí), sobre «¿es la filantropía parte de la responsabilidad de la empresa ante la sociedad?». Como es lógico (o así me lo parece), afirma que sí, que es parte.
Y recuerda que la confusión de filantropía con RSE viene de antiguo, de cuando los gobiernos no atendían las necesidades más perentorias de las comunidades locales (escuela, iglesia, comunicaciones, atención a los desfavorecidos) y las empresas, nacidas y crecidas en esas comunidades, a las que se sentían muy próximas, adquiría el compromiso de hacer frente a esas necesidades, especialmente en países en vías de desarrollo, con gobiernos no siempre preparados para atenderlas.
Y esto sigue siendo verdad, ahora, a raíz de la pandemia del COVID-19, cuando se han multiplicado las necesidades y los gobiernos no han sabido o no han podido atenderlas todas. Muchas empresas han tenido medios económicos y humanos para atender esas necesidades: la filantropía al servicio de la RSE. Unas veces lo han hecho dentro de casa, atendiendo a sus empleados; otras, en sus alrededores, cuidando del sostenimiento de sus proveedores o ayudando a otras empresas locales, o yendo más lejos, a poner su capacidad productiva y financiera el servicio de objetivos más lejanos pero no menos importantes.
Antonio Vives aprovecha para recordar las condiciones de una buena filantropía: coordinada con los gobiernos y las instituciones de la sociedad civil, dando cuenta, haciendo alianzas con otras empresas y onegés y enfocando en necesidades de mayor impacto. Aunque también me parece bien que el empresario tenga su obra social preferida, a la que dedica algunos recursos, quizás por algo tan lógico como es ayudar a los niños autistas cuando su hijo es autista, o a una escuela de Camerún porque conoció hace años a una familia de aquel país que le contó el estado de la educación en el mismo.
Al final, coincido con él en que ahora estamos poniendo énfasis en «el argumento moral de la responsabilidad, hacer el bien porque es lo justo, sobre el argumento empresarial de hacer el bien porque rinde beneficios». Y vuelvo a recordar otra cosa que vengo diciendo desde hace años: todos tenemos nuestra responsabilidad social, en proporción a los medios de que disponemos. De modo que, si aplaudimos a una multinacional porque dio mucho dinero a un hospital que lo necesitaba para atender a los enfermos de coronavirus, también deberíamos recordar ese deber a las personas que tienen medios y no los utilizan como deberían -la responsabilidad social de la propiedad, de la que tendremos que seguir hablando en el futuro…
Muchas gracias don Antonio. El mundo está particularmente urgido de más luz. Acabo de salir de un Zoom con compañeros del colegio, Liceo Javier, S.J. 1958-1963, Ciudad de Guatemala, y tengo que cambiar rápido de carril, reflexionar ahora de algo que me llega desde el IESE, y de las cercanías, más o menos, de Navarra. Donde estudié Periodismo. Muchas gracias por sus textos. Cuídense todas y todos por ahí. Tratando de mejorar la mecanografia. Tampoco la Gramática se me dió mucho, hasta ahora.
Muchas gracias don Antonio. El mundo está particularmente urgido de más luz. Acabo de salir de un Zoom cnb compañlerios del colegio, Liceo Javier, S.J. 1958-1963, y tengo que cambiar rápido de carril, reflexionar ahora de algo que me llega desde el IESE, y de las cercanías, más o menos, de Navarra, donde estudié Periodismo. Muchas gracias por sus textos. Cuídense todas y todos por ahí.
Honrado con tus comentarios!