La responsabilidad social como actitud

Me parece muy lógico que las empresas conviertan la Responsabilidad Social (RS) en un conjunto de prácticas o de herramientas (sistemas de gestión, indicadores, auditorías, códigos de buena conducta, memorias de sostenibilidad, etc.): de este modo se pueden asignar las responsabilidades a personas o departamentos concretos, y se tienen la seguridad de que cada uno hará lo que está previsto: de algún modo, que funcione el «piloto automático», para que la dirección pueda ocuparse de «cosas más importantes».

Pero no es suficiente. Para mí, la RS es una actitud o, si se prefiere, un compromiso. Según la definición, ya repetida tantas veces, de la Comisión Europea, de la RS como «las responsabilidades de las empresas por sus impactos sobre la sociedad», en todas y cada una de las decisiones tiene que estar presente la pregunta: ¿qué impactos puede tener esta decisión? Impactos sobre los stakeholders internos (propietarios, directivos, empleados) y externos (clientes, proveedores, comunidad local, sociedad en general); impactos económicos (quién gana, quién pierde, cuánto gana y cuánto pierde), sociales, medioambientales, de derechos humanos…

Y, claro, después de cada respuesta, la pregunta del millón: ¿cuál es nuestra responsabilidad ante esos impactos? ¿Son justos, legítimos…? Si son positivos, ¿están repartidos con justicia? Si son negativos, también sobre la justicia del reparto. ¿Tendría que corregirlos? ¿Por qué medios?

Me dirá el lector que no hay tiempo para hacerse todas esas preguntas. No lo necesitamos: forman parte, o deben formar parte, de las rutinas de cada día, estar incorporadas a nuestras prácticas… Solo ante cuestiones novedosas, o cuando nos llega nueva información relevante, o cuando cambian las sensibilidades, hay que volver a hacerse las preguntas fundamentales mencionadas antes.

Para mí, un directivo socialmente responsable es el que, habitualmente, actúa de esa manera. Bien están los sistemas de gestión, los indicadores y las memorias, pero sirven de poco si no tenemos la actitud y el compromiso de actuar siempre de manera responsable.

4 thoughts on “La responsabilidad social como actitud

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  2. Estimado profesor, disculpe pero es que me lo pone Vd. «a huevo» como se dice vulgarmente. Y más en estos tiempos de pandemia.
    Desde hace más de 30 años que le sigo y no puedo estar más de acuerdo con todo lo que Vd. piensa y enseña sobre cómo debe actuar habitualmente, siempre vaya, un directivo, una empresa, socialmente responsable. Tomar las decisiones responsablemente teniendo en cuenta sus impactos sobre la sociedad (Comisión Europea) y plantearse todas las preguntas pertinentes para una buena actuación ética.
    Pero desengañémonos, mayoritariamente y desgraciadamente, sólo nos hacemos una pregunta: la del «millón», ¿Cuánto vamos a ganar con este negocio?.
    Y como digo al principio, estamos en plena pandemia, y no puedo dejar de pensar en unas terribles declaraciones del Premio Nóbel de Medicina 1993 Richard J. Roberts (La Vanguardia, 27-7-2007) en que decía textualmente: «El fármaco que cura del todo no es rentable, de repente, unas investigaciones son desviadas hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo sino que cronifican la enfermedad, esto es más rentable» Y estaba hablando de nuestro Primer Mundo, no del Tercer Mundo en que no tienen el más mínimo interés si no ven un mínimo de negocio. (Duro, ¿no?)
    Y hoy mismo, ¿no sería de sentido común invertir todo lo posible para, además de encontrar una vacuna, encontrar un test rápido y barato (Arben Merkoçi, La República, 19-25/09/2020) que llegara a todos y así saber quienes estamos o no asintomáticos y poder confinarnos si es necesario para no ir contagiando a todo el mundo? Pero no, lo de siempre, no hay inversión dice Merkoci, ¡Hombre!, ¿Menos de un euro de coste … ? No interesa.
    Y aparte tienen una tecnología que podría detectar en pocos minutos si tenemos cáncer. ¿Se ha interesado alguien?, no.
    ¿Qué única pregunta se hacen la mayoría de empresas y directivos?
    Saludos.

  3. Estimado profesor: nuevamente cito a Polo: «La justicia es un hábito imprescindible porque la voluntad humana tiende naturalmente al bien, pero no tiende naturalmente al bien de los de-más. Ese bien excede la capacidad natural, ya que cada uno apetece su propio bien». Creo que no hay más que decir, salvo hacerle mktn a mi libro de Economía donde cito a Polo y explico su relación con la Mano Invisible

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