Si lo has enseñado, no te quejes…

peluches-niñoEs natural que en las empresas familiares de éxito, el estilo de vida de la familia propietaria vaya evolucionando con  desarrollo de la empresa. Esto siendo natural y comprensible no está exento de riesgos. Puede, involuntariamente, transmitirse un mensaje erróneo a las siguientes generaciones que asumen, en términos de estilo de vida, como natural aquello que han visto desde que nacieron. En las familias empresarias que han sabido cultivar la sobriedad y la templanza las expectativas económicas de los familiares y su estilo de vida no están sujetas al ritmo de crecimiento de la empresa y del patrimonio. Incluso hay casos (y muchos) en los que sobriedad y patrimonio no están reñidos.  Uno de los elementos que  ayuda a que esto sea sí, es educar a los hijos desde la más temprana edad en uno de los valores que impulsa al ser humano por encima de las apetencias materiales, le hace más lúcido, y más apto para entender el mundo que le rodea.

Hablo de la austeridad.

Muchas veces escucho a los grandes empresarios -y a otros padres no empresarios-  lamentarse de las malas conductas de sus hijos que malgastan el duramente ganado patrimonio. Se quejan de tener unos hijos que no saben apreciar el verdadero valor de las cosas, unos hijos que no respetan el esfuerzo que hay detrás del dinero y montan en cólera cuando no se cumplen todos sus caprichos y deseos. Pero lo que me extraña es que esos mismos padres, muchas veces usan la expresión “me ha tocado tener hijos así”.

Se equivocan. No es una cuestión de azar, es una cuestión de educación y por ello siempre les repito: Si lo has enseñado, no te quejes…

Quienes educan a sus hijos en un torpe afán de satisfacerles todos sus deseos, les hacen involuntariamente un flaco favor pues disminuyen su capacidad para afrontar la realidad.

Desde la burbuja que los padres han criado los hijos, estos no saben calibrar el mundo que está allí fuera y sobre todo no aprenden las reglas de juego que hay allí fuera. Lo único que les separa en su mundo de sobreprotegidos del mundo de desprotegidos es la fortuna familiar.

Un mínimo de bienestar es necesario para practicar la virtud, decía santo Tomás de Aquino. Enseñarles este mínimo debería ser una de las principales responsabilidades de todos los padres. Porque, si los hijos ven que los padres van aumentando el estilo de vida y el gasto suntuario en la familia, luego es absurdo quejarse de que cuando los hijos  sean mayores crean que ir comprando coches caros y yates de lujo es una cosa normal.

Las grandes empresas familiares que hemos estudiado lo saben. Es por ello que la austeridad figura entre los valores más destacados de estas familias empresarias exitosas.

2 thoughts on “Si lo has enseñado, no te quejes…

  1. La sobriedad suele ser una rara conducta, pero es de sabios enseñarla y transmitirla a los ejecutivos de la empresa y especialmente a los hijos, se entiende mejor el entorno y las realidades que hay que enfrentar.

    1. Estimado Manuel,
      Efectivamente todo empieza por educar, pero la educación nunca termina y como bien dices es importante que tanto los ejecutivos como los futuros herederos compartan este valor porque solamente así pueden asegurar mantener alineada la gestión con la propiedad de la empresa familiar.
      Como todas las virtudes solo hay una forma de enseñarla: con el ejemplo.
      Saludos
      Josep

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