En nuestro libro Génesis del consejo publicado en 2012, José María Navarro-Rubio y yo aportábamos la idea de que en toda empresa coexisten tres niveles que deberían de trabajarse en planos paralelos.
El primero y más importante es el proceso patrimonial mediante el cual los propietarios definen sus preferencias respecto al tipo de empresa que quieren tener fijando el propósito de esta y sus valores.
Cómo decíamos en el libro, en un plano intermedio está el proceso empresarial en el cual se toman las grandes decisiones que guían a la empresa y aseguran su continuidad. Ahí pueden participar propietarios y no propietarios. Estos últimos son personas ajenas a la propiedad, que con su experiencia ayudan a marcar el rumbo de la empresa para asegurar su continuidad. Todo ello en el marco definido por los propietarios en el proceso patrimonial.
En el tercer plano está el proceso de dirección donde los responsables de la dirección toman las decisiones del día a día y ejecutan la estrategia que el consejo les ha aprobado.
En este post me gustaría centrarme en el proceso patrimonial y ayudar a la reflexión a través de la pregunta que encabeza el post: ¿Tenemos estrategia patrimonial? ¿O por el contrario nos limitamos a ejercer una propiedad pasiva que se conforma con la rentabilidad de unas acciones?
Otro día hablaremos de la estrategia patrimonial de la familia propietaria en el nivel de su family office, la que afecta a la totalidad de su patrimonio, pero hoy me gustaría referirme a la estrategia patrimonial focalizada en las acciones del negocio principal. Un modo de pensar en la estrategia como propietarios es analizar las tres dimensiones que sirven de pilares fundamentales para nuestra empresa:
1 – La iniciativa: ¿Está garantizada la necesaria dosis de iniciativa que es el auténtico motor de la empresa? ¿Qué aportamos como propietarios? ¿Habrá iniciativa suficiente para ir renovando la empresa y así asegurar su continuidad en términos competitivos?
2 – El dinero: ¿Cómo familia propietaria tenemos una política de dividendos clara? Esa política debe ser satisfactoria para todos los miembros de la familia propietaria y a su vez coherente con la estrategia financiera de la empresa. Si nuestra empresa no genera recursos propios suficientes para el ritmo de crecimiento que queremos que siga ¿Estamos dispuestos a abrir el capital a terceros? Si ese fuese el caso ¿Qué tipo de socios buscaríamos? ¿Saldríamos a bolsa?
3 – El poder: De la gestión del poder derivan los problemas que pueden hacer perder la estabilidad a la empresa y hay que prestarle la máxima atención. Hace años el profesor Juan Palacios publicaba esta clasificación: Poder fuerte, Poder vulnerable, Poder débil, Vacío de poder, Crisis grave. Establecer mecanismos que lleven a un poder fuerte es fundamental para la supervivencia de la empresa a largo plazo.
En los cambios generacionales, las empresas familiares se juegan la estabilidad del poder. Por lo tanto, desde un punto de vista de la estrategia patrimonial, es un aspecto altamente relevante al que hay que prestarle la máxima atención y dedicarle el tiempo y el esfuerzo necesarios.
¿Hemos pensado cómo quedarán las estructuras de poder una vez se haya llevado a cabo la transmisión de la propiedad a la siguiente generación? ¿Ayudará la nueva estructura a establecer un poder fuerte que ayude al proceso empresarial y al proceso de dirección o por el contrario les dificultará su labor?
Responder a estas preguntas y tomar las decisiones necesarias, emprendiendo las acciones que se deriven, me parece una tarea ineludible desde el punto de vista de la estrategia patrimonial.