Ecosistema empresarial y arrecifes de coral

¿Existe cierto paralelismo entre un arrecife de coral y el mundo empresarial? La gran diferencia, como veremos, es que el arrecife sigue sus leyes y el ecosistema empresarial, constituido por seres humanos, tiene también unas leyes que no siempre siguen, y en ocasiones ni siquiera son leyes acordes a su naturaleza.

La naturaleza es maestra. Desde el principio de los tiempos, la observación de la naturaleza ha permitido al ser humano aprender toda clase de técnicas y recursos de supervivencia, retroalimentación, regeneración, recreación, convivencia, autodefensa….. y tantas otras cosas. Hoy quiero compartir con vosotros un estupendo blog sobre los arrecifes de coral. El autor del vídeo es mi amigo Enrique Sánchez Costa, doctor en Humanidades por la UPF, que actualmente trabaja en la Universidad PUCMM de la República Dominicana, y se incluye en su canal de You Tube «Peces y corales», dedicado a la acuariofilia marina:

«Los arrecifes de coral se forman en aguas marinas tropicales, en las que la temperatura oscila todo el año entre 23 y 30 grados centígrados.

Los arrecifes de coral son comunidades biológicas, pues están formadas por miles de especies de peces, algas, corales, crustáceos y otros invertebrados marinos. Y, al mismo tiempo, son también estructuras geológicas, pétreas, surgidas a partir del carbonato cálcico de los corales.

La Gran Barrera de Coral australiana puede ser vistas desde el espacio. Mide 2.000 kilómetros de longitud y ocupa un área de 225.000 km2 (casi como la superficie del Reino Unido).

 

Solo algunos corales contribuyen a construir los arrecifes: los corales que producen esqueletos de carbonato cálcico (es decir, de piedra caliza). La mayoría de esos corales forman colonias, compuestas por miles de pólipos, cada uno con su esqueleto calcáreo y sus tentáculos, capaces de atrapar alimento o agredir –si es necesario– a los corales vecinos.»

En las empresas también encontramos múltiples tipos de personas que ayudan con sus diferentes competencias construyendo ese ecosistema, si bien las que realmente tienen un papel preponderante en esa construcción son aquellas que son líderes de sí mismas y quieren contribuir a hacer sólida esa estructura.

«Todos los pólipos de la colonia están conectados por una fina capa de tejido blando y comparten un sistema nervioso común. Por algo se dice que la unión hace la fuerza…»

En el caso de la empresa, esa capa invisible que nos conecta a unos con otros son una misión y unos valores que compartimos y ponemos en práctica.

«En casi todos los corales más del 90% del alimento que reciben proviene de la luz solar. Eso es posible, porque alojan unas algas unicelulares microscópicas llamadas zooxantelas. Dichas algas, que son plantas de mar, realizan la fotosíntesis con la luz solar, y ceden al coral una parte de la materia orgánica que generan: la glucosa.»

En la empresa, los ingresos vienen del mercado, y la fotosíntesis que realizan las células sería el buen reparto del valor económico añadido que se hace entre sus miembros

«En el arrecife se da una relación mutualista, o de simbiosis, que no solo beneficia al coral (que recibe nutrientes de las algas zooxantelas), sino también a las algas. Estas no solo consiguen del coral un alojamiento seguro, sino también una fuente constante de dióxido de carbono y de nutrientes»

Esta simbiosis, en el ecosistema empresarial, se refleja en la multitud de competencias interpersonales que se ponen en juego día a día:  beneficiarse mutuamente, ayuda o apoyo mutuo, trabajo en común. Si consideramos que simbiosis significa «asociación íntima de organismos de especies diferentes para beneficiarse mutuamente en su desarrollo vital, y relación de ayuda o apoyo mutuo que se establece entre dos personas o entidades, especialmente cuando trabajan o realizan algo en común» (las anémonas y los peces payaso, unas defienden y los otros alimentan).

Bajo la tranquilidad aparente de las aguas del arrecife, existe una lucha por ser el mejor, el más hábil, el que mejor se adapte al medio.

Igual que pasa con las empresas en los diferentes sectores y con la competencia. No podrían luchas contra las algas si no fuera porque cuentan con la ayuda de algún tipo de peces. ¿Serían quizá los bancos esa fuente de ayuda para las empresas?

Hay algunos peces de gran belleza que resultan nefastos para la supervivencia del ecosistema: esos ejecutivos alfa, bien vestidos y repeinados, aquejados de titulitis, pero sin un fondo sostenible que genere confianza. Los depredadores abundan, a la espera de encontrar nuevas presas despistadas. Parece que se está mejor al abrigo de ese arrecife que puede ser una empresa. La morena y el pez león son los que devoran a otros peces. Este último, el pez león, de gran vistosidad y veneno muy peligroso, es un tipo de persona que se encuentra también en las empresas. De ahí que a algunos les llamen «tiburón», como el depredador por excelencia.

Hay quienes consiguen camuflarse adheridos al tejido empresarial, como el pulpo, de manera que ya no se mueve, se queda casi fosilizado camuflado en la propia roca. Si no puedes ganar el combate, mejor mimetizarte, confundiéndote con el terreno.

También hay causas externas de dificultades que difícilmente se pueden neutralizar, causa mayor. Y la lucha de unos corales con otros por el espacio y por la luz es la lucha de unas empresas con otras por los recursos y los posibles clientes. El arrecife ofrece recursos de protección y alimentación que hacen que diferentes organismos vivan permanentemente bajo amparo. Mutatis mutandis, hay personas que prefieren vivir dentro de una empresa, en lugar de emprender en solitario como autónomos.

«Los crustáceos, moluscos, gusanos y estrellas de mar, entre otros animales, también desarrollan su propia lucha por la supervivencia y por el alimento. Muchos de ellos son detrívoros, es decir, se alimentan de materia orgánica en descomposición. Así pues, en el arrecife nada se desperdicia: todo sigue un ciclo vital en el que los nutrientes se transforman y reciclan continuamente.»

Daniel Sánchez y Maite Lecuona recogen el premio Stella 2017

De esta característica podemos extraer un aprendizaje de reciclaje también en las empresas: revertir lo negativo, reutilizar, encontrar hueco a personas con capacidades diferentes. Saber sacar partido a todo lo aprovechable. IESE ha recibido justamente estos días un premio de la organización sin ánimo de lucro Down Madrid, por emplear a estas personas en su tejido empresarial (podéis leerlo aquí).

Otro elemento del paralelismo sería la estructura en red. Una empresa o grupo de empresas son un entramado complejo donde algunos elementos clave aseguran un alto grado de conectividad, lo que nos lleva a la idea de sinergia.

Quiero quedarme con esta última palabra: sinergia, porque supera el mero concepto de simbiosis. Ya no es solo una colaboración o beneficio mutuo. Es mucho más. El resultado de todo ello es un producto superior a los individuos, que parte de saber valorar las diferencias. Todo ello es lo que hace grande al arrecife…y a la empresa de verdad.

Pero aquí la naturaleza nos vuelve a superar: en el arrecife de coral, hay unas leyes naturales predeterminadas e inscritas en sus células que mantienen la armonía y el ciclo de vida a la perfección. No así en la empresa, constituida por seres humanos que, si bien tienen inscrita la ley natural en sus genes, en su corazón, no siempre usan su libertad en esa dirección. Ahí tenemos el gran reto, que nuestras empresas sean dirigidas de modo que se anticipen las consecuencias positivas y negativas que contienen las acciones en todos los elementos internos y externos de cualquier organización, en todos los stakeholders. Esa es la condición para que seamos de verdad un ecosistema sostenible. De lo contario, el ser humano es capaz de destruir su propio ecosistema personal, familiar, empresarial y social.

Hoy hace 4 años del fallecimiento de mi colega y amiga del alma la Profª del IESE Maruja Moragas. Aún tenemos pendiente la publicación de un libro que iniciamos juntas sobre el paralelismo entre la ecología medioambiental y la ecología humana, del que hemos hablado someramente en este post.

Y recordando a Maruja Moragas, a ella dedico esta impresionante imagen de Belvir, en Girona. Este era su refugio, el lugar donde acudía cuando quería sentirse en paz. A ella, que admiraba y sabía apreciar y disfrutar de la belleza en todas sus manifestaciones.

Nuria Chinchilla es profesora de Dirección de Personas en las Organizaciones en IESE Business School.

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4 Comentarios

  1. Francesca Martínez

    Maravilloso, Mª Nuria… me has dejado con la boca abierta, desde la primera hasta la última palabra.

    Felicidades

  2. » Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no escucha.» dijo Víctor Hugo.
    Nuria , la escuchas y la compartes !

    y Maruja Moragas , a todos la que conocimos, nos regalo belleza…
    Gracias

  3. ¡Muchas felicidades por tu artículo, Nuria!

    Es un texto muy creativo y original, que tiene también méritos literarios. La analogía y la metáfora (una analogía condensada), utilizadas por Jesucristo en sus parábolas, son caminos muy atractivos y eficaces para transmitir el conocimiento.

    Pienso que muchos profesores del IESE, además de por sus conocimientos empresariales, destacan por su originalidad en el uso de la lengua: crean nuevas palabras, toman préstamos del inglés y dotan de significados nuevos a palabras tradicionales. Desde luego, eres un ejemplo fabuloso de ello.

    Así pues, muchas felicidades por tu texto, y muchas gracias por tu mención, que me estimula a seguir creando vídeos educativos sobre el mar y los acuarios.

  4. Linda comparacion entre una empresa y un arrecife de coral 🙂

    Donde queda el jefe arrogante?

    Saludos

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