Como liderarme para liderar: mi propósito, mi vida

¿Cuál es nuestra brújula?¿Cómo podemos gestionar mejor ese bien escaso llamado tiempo, que no se compra ni se vende? ¿Cuáles son nuestros ladrones? Durante la sesión daremos respuesta a estas y a otras preguntas tanto o más relevantes para ser aún más “dueñas de nuestro destino”. 

Comenzamos esta sesión con una mención al tiempo, porque la vida no es otra cosa que tiempo. Es un buen momento para recordar la brillante reflexión de nuestra querida Maruja Moragas sobre el Kairós, el tiempo cualitativo, frente a Cronos (ver intervención). El tiempo, ese bien tan escaso, es pieza clave en nuestro autogobierno. Integrar la vida, con todas sus dimensiones y esferas, debe ser nuestra aspiración dejando a un lado la clásica conciliación, que nos hace pensar en dos mundos enfrentados que deben reconciliarse. Mi vida, mi tiempo, debe integrar todas aquellas cosas que para mí son esenciales y que me acercan a mi para qué, a mi misión, mi propósito.

Surge entonces de forma inmediata la pregunta acerca de cuál es mi para qué, qué me levanta cada mañana y me pone en marcha. No estamos acostumbrados a reflexionar sobre este para qué, y lo confundimos con el por qué. Podemos actuar para recibir reconocimiento o beneficios de algún tipo (motivos extrínsecos), para satisfacer nuestra necesidad de superar retos y aprender (motivos intrínsecos) o podemos movernos pensando en las necesidades y el bienestar de los otros (motivos trascendentes).

Naturalmente, en nuestras decisiones y acciones estarán presentes los tres tipos de motivos, y lo que define nuestra calidad motivacional es el peso de cada tipo.  Así, una buena manera de integrar la vida y liderarnos es, por ejemplo, desempeñar nuestras funciones profesionales para recibir nuestro sueldo, para seguir creciendo personal y profesionalmente y, además, para satisfacer las necesidades de nuestros clientes.

Liderarse a uno mismo requiere el desarrollo de un conjunto de competencias (hábitos), las competencias de liderazgo. Entre ellas hay algunas tan importantes como la comunicación, el trabajo en equipo o la visión estratégica. Sin embargo, hay cuatro competencias sin las cuales no es posible desarrollar ninguna otra ni, por supuesto, el liderazgo. Son la toma de decisiones, la integridad, el autocontrol y el equilibrio emocional.

Los motivos son las razones para actuar, pero aún hace falta considerar otro elemento: la fuerza que nos mueve a la acción, la motivación. Esta fuerza puede ser espontánea -hacer lo que me apetece en cada momento- o puede ser racional -fruto de la deliberación interior. Cuando mi motivación trascendente me lleva a moverme por motivos trascendentes, mis acciones son fruto de un ejercicio consciente en el que sopeso las alternativas y escojo actuar por el bienestar del otro. Es la expresión más clara del autoliderazgo.

A partir de estos conceptos clave, la sesión incluyó otros aspectos del liderazgo y la misión personal. Estas cuestiones aparecen mucho más claras una vez que entendemos los elementos básicos de la acción humana. La misión genérica de toda persona es la búsqueda de la felicidad: el cómo lo haremos, concretamente, es la misión específica de cada uno de nosotros. Incorporar la motivación racional por motivos trascendentes en la definición de nuestra misión específica supone apostar por el autogobierno, el liderazgo de otros y la búsqueda de una vida integrada, plena y lograda. No plantearse el para qué, no tener un propósito o misión, nos lleva a ir dando tumbos, a merced de nuestro entorno.

Son temas de gran calado, sobre los que tan solo hemos dado unas pinceladas. Aquí os dejo algunos libros para quienes estéis interesadas en profundizar en ellos:

 

             

El tiempo en un hilo   Dueños de nuestro destino       Integrar la vida

 

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Cabeza, corazón y manos. La transformación personal como viaje

El pasado 13 de julio tuvimos la última sesión de I-Wil Networking Lunch de este curso académico. Álvaro González Alorda nos guía en un viaje de transformación personal y también empresarial, señalando los hitos y el equipaje que no podemos dejar en tierra. La razón, las emociones y la acción, gobernadas por las virtudes, nos acompañan en este descubrimiento del propósito, del para qué de cada uno. Un viaje silencioso, reflexivo y sin estridencias. Un viaje inspirador.

Mirando a nuestro alrededor es muy probable que encontremos vidas desequilibradas, heridas no sanadas, relaciones deterioradas, poca amistad, baja productividad. Este escenario de personas inmersas en un bucle destructivo lo encontramos en las empresas y en la vida cotidiana. ¿Qué podemos hacer para romper este ciclo negativo?

La antítesis de ese bucle destructivo está, nos dice GOnzález Alorda, en el flow, un término que nos recuerda el avance de las traineras: rápido, en equipo, sin salpicar y sin perder ni un átomo de energía. Todo el esfuerzo se dirige al avance hacia el propósito, en sintonía con nosotros mismos y con el entorno. Las virtudes cardinales -justicia, prudencia, fortaleza y templanza- permiten ordenar la acción humana en esta dirección. La respuesta está, afirma nuestro invitado, en el propósito, en el para qué de cada uno. Encontrarlo requiere silencio, reflexión, escuchar al propio corazón y, después, actuar.

“No basta con que con tu cabeza pienses que algo es bueno, que tu corazón se apasione con ello, sino que es necesario bajarlo a las manos, a los hechos reales, a la transformación real”.

La transformación precisa la presencia de lo racional, la cabeza, que aporta conocimiento y racionalidad. También debe estar presente el corazón, el mundo de las pasiones. Pero nada se consigue si no logramos aplicar la sabiduría práctica que reside en nuestras manos, en el actuar. Las tres dimensiones deben ser alimentadas y desarrolladas con una dieta adecuada, compuesta por hábitos saludables de lectura, formación permanente, descanso, ejercicio y equilibrio emocional.

González Alorda nos ha dado en esta sesión algunas pinceladas de ese viaje de transformación, que aborda de forma exhaustiva en Cabeza, corazón y manos (Rialp, 2021). Sus palabras, profundamente inspiradoras, nos alientan a emprender este viaje y a convertirnos en inspiración para otros. Aquí dejamos el link a la sesión completa:

 

Álvaro González Alorda es cofundador de emergap, una consultora especializada en transformación. Ha colaborado con más de 100 compañías en 30 países. Es profesor en Headspring Executive Development y profesor visitante en INALDE, IESE, IEEM y otras escuelas de negocios. Autor entre otras publicaciones de los siguientes libros: Los próximos 30 años (Alienta, 2010), The Talking Manager (Alienta 2011), Cabeza, corazón y manos (Alienta 2020) Riverview (Rialp, 2021)

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Theresa Zabell, la hija del viento

Dos veces campeona olímpica, tres veces campeona mundial y tres veces campeona de Europa. Ha sido en varias ocasiones número uno del ranking mundial de vela y elegida Mejor Regatista del Siglo XX por la Federación Internacional de Vela. La hija del viento ha sabido reinventarse tras abandonar la competición.

«Mi mejor medalla son mis hijos»

Hoy, Theresa Zabell se ha convertido en una líder visionaria y comprometida con el medioambiente, en concreto, con la salud de nuestros mares y ríos. En 1998, puso en marcha la Fundación ECOMAR de la que es presidenta ejecutiva. Tiene como objetivo educar y concienciar, sobre todo a los niños y jóvenes, sobre la importancia de cuidar el medio marino para poder salvar el planeta. ECOMAR ha llegado ya a cientos de miles de personas realizando actividades e invitándoles a formar parte de la solución.

Además de esta importante labor, Theresa ha dedicado su energía a promover un cambio positivo en la industria del deporte, desde su posición en cargos en la administración deportiva a nivel nacional e internacional. Ha participado activamente en organizaciones como el Comité Olímpico Internacional (COI) y el Comité Olímpico Español (COE). Entre los años 1999 y 2004 fue eurodiputada en el Parlamento Europeo. En este contexto, ha llevado a cabo una decisiva actividad en favor de la presencia de mujeres en el entorno deportivo y, específicamente, en el olímpico.

Theresa se ha llevado a su vida post-olímpica una mochila llena de buenos hábitos y aprendizajes del mundo del deporte. En esta sesión del I-WiL Networking Lunch, ha compartido con nosotras algunas de estas ideas innovadoras, muestra de su espíritu rompedor y resiliente.

La filosofía de los Juegos Olímpicos va más allá de la competición, es una manera de afrontar la vida. Theresa ha sintetizado esta filosofía y ha redefinido el significado de cada uno de los cinco aros olímpicos, atribuyendo a cada uno de ellos un concepto, una clave para lograr una vida plena e integrada, una vida feliz.

ARO AZUL: UN SUEÑO

Es fundamental tener un sueño, que debemos ser capaces de convertir después en un objetivo, una meta. Es la llama que pone la maquinaria en marcha.

ARO NEGRO: SACRIFICIO

Conseguir nuestros sueños requiere valentía y tesón para superar las dificultades. Será necesario hacer sacrificios, y esta es quizás la parte más dura. Todos tenemos sueños, pero no todos hemos desarrollado la capacidad de sacrificio necesaria para perseguirlos con éxito.

ARO ROJO: EL EQUIPO

Trabajando solos no llegaremos muy lejos, siempre es necesaria la colaboración y el trabajo conjunto de un equipo.

ARO AMARILLO: UNA ESTRATEGIA

Una vez que sabes dónde quieres llegar, es imprescindible comprender cómo llegarás. Eso es la estrategia, el diseño del itinerario que te llevará hasta el objetivo.

ARO VERDE: SUERTE

La suerte no basta para tener éxito, pero está claro que, dándose los demás elementos, la suerte contribuye a conseguir las metas propuestas. La suerte siempre está enamorada del trabajo.

 

«La suerte siempre está enamorada del trabajo»

Theresa cerró su intervención hablando nuevamente del mar, su gran pasión. Después de muchos años mirando el océano como el medio de conseguir sus sueños, decidió hacer algo para cuidarlo, a través de la Fundación ECOMAR, a la que ahora dedica gran parte de su actividad profesional .

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