¿Todavía tiene sentido esperar? – Una mirada cristiana a la esperanza

Vivimos tiempos en los que la desesperanza se disfraza de realismo. Basta mirar las noticias: guerras sin fin, violencia, crisis económicas, soledad, ansiedad… Parece que todo apunta a una gran pregunta silenciosa: ¿Todavía tiene sentido esperar?

En medio de este panorama, la fe cristiana no niega el dolor, pero se atreve a proclamar algo revolucionario:

¡Sí, hay esperanza! Porque Cristo ha vencido al mal, al pecado y a la muerte.

Ser luz en la noche

Cuando el mundo dice: “Nada va a cambiar, es inútil luchar”, la esperanza cristiana responde: “Dios puede hacer nuevas todas las cosas” (cf. Ap 21,5).

Cuando alguien siente que ha fracasado, que no vale nada, que está solo, la voz de Dios susurra: “No temas, yo estoy contigo. Tu vida tiene sentido, incluso en el sufrimiento.”

La esperanza no es optimismo ingenuo sino una decisión valiente: confiar cuando todo invita a rendirse.. Como María al pie de la cruz. Como los mártires en medio de la persecución. Como tantas madres, padres, jóvenes, ancianos que siguen amando, luchando y sirviendo, día tras día, con fe. Ser testigos de la esperanza —como decía san Juan Pablo II— no es negar el sufrimiento, sino vivir cada día con la certeza de que el amor de Dios tiene la última palabra. Es elegir confiar, acompañar, servir, aun cuando todo parezca oscuro. Es sembrar paz, justicia y alegría con la vida, mostrando que en Cristo siempre hay un mañana. Es ofrecer una palabra, un abrazo, una oración, una presencia que recuerde:

“Y lo mejor está por venir.”

Ser testigo de la esperanza, entonces, implica:

  1. Vivir con coherencia y alegría la fe, mostrando con la propia vida que Dios actúa y transforma.

  2. Transmitir confianza en el futuro, no porque todo vaya bien, sino porque Cristo ha vencido al mal y a la muerte. «Nunca pasa nada, y,si pasa, ¿qué importa?. Y si importa, ¿qué pasa?» (san Josemaria Escrivá)

  3. Acompañar a los demás con paciencia y amor, especialmente a quienes sufren o han perdido la fe.

  4. Comprometerse con el bien común, siendo sembradores de paz, justicia y reconciliación.

María, modelo de esperanza

María es maestra de esperanza, ella supo vivir toda su experiencia de fe en clave de espera en Dios. El papa Francisco, en una oración que realizó al finalizar el año 2023, indicó que María siempre vivió en gratitud y esperanza, y añadió que “El cristiano, como María, es peregrino de esperanza”.

Transformar de manera positiva los pensamientos que albergan en el interior, levantar la mirada y mantenerla fija en Jesús, y accionar en espíritu y verdad, son mínimas cuotas diarias que podemos hacer para navegar cada día como un gran regalo de Dios.

¿Qué representa la Virgen de la Esperanza?

  • Una esperanza activa y confiada, no ingenua ni pasiva.
  • La espera del cumplimiento de las promesas de Dios, como cuando María aceptó ser Madre del Salvador sin saberlo todo.
  • La fortaleza silenciosa, como la que mostró al pie de la cruz.
  • La presencia maternal en medio del dolor y la incertidumbre.

Vivir la esperanza

“El que tiene esperanza, vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva.” (Benedicto XVI, Spe Salvi 2007)

Vivir la esperanza en el día a día, a la luz del Año Jubilar de la Esperanza, significa mirar la realidad —con sus luces y sombras— con la certeza de que Dios actúa incluso en lo que no entendemos. Es aprender a confiar en que cada jornada, por rutinaria o difícil que parezca, es una oportunidad para renovar la confianza en el bien, en los demás y en uno mismo. La esperanza no es ingenuidad, sino una decisión consciente de no rendirse al desánimo, de sembrar pequeños gestos de amor, justicia y alegría, sabiendo que el fruto muchas veces se da en silencio. En este tiempo jubilar, se nos invita a ser testigos y sembradores de esperanza, a contagiarla con una sonrisa, con una palabra de aliento, con una presencia fiel que recuerda que nunca estamos solos y que lo mejor está siempre por venir.

En este Año Jubilar de la Esperanza, se nos invita a algo sencillo y profundo: vivir con la certeza de que no estamos solos.
Que nuestras palabras, nuestras decisiones y nuestros silencios sean testimonio vivo de que Dios sigue actuando, incluso en lo que no entendemos.
Porque en Cristo, lo mejor siempre está por venir.

¿Cómo podemos vivir la esperanza cristiana cada día? Aquí os dejo un vídeo en el que os doy algunas ideas, que a mi me funcionan, que espero os sirvan de inspiración. Y más abajo te dejo también algunas referencias importantes para entender la esperanza:

Imagen de previsualización de YouTube

¿Dónde necesitas hoy sembrar esperanza? ¿A quién puedes recordarle que no está solo?

Ecclesia in Europa (2023), San Juan Pablo II

Spe Salvi (2007), Benedicto XVI

Virgen de la Esperanza: en este mismo blog

El tiempo en un hilo: Reflexiones desde la adversidad, Maruja Moragas, aquí.

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