EUROPA: SOS REFUGIADOS
«1 de cada 113 personas en el mundo es un solicitante de asilo, un desplazado interno o un refugiado«, según leemos en esta estadística de ACNUR, Agencia de la ONU para los refugiados. Tres países expulsan a la mitad de la población refugiada del mundo: Siria, 4,9 millones de personas; Afganistán, 2,7 millones y Somalia, 1,1 millones. Irak también se encuentra entre los 10 países que producen más refugiados. A España llega una mayoría de personas procedente de los países del África subsahariana, cruzando el estrecho de Gibraltar.
Como dijo en su momento el anterior Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon (relevado recientemente por el portugués Antonio Guterres)
«Nos enfrentamos a la mayor crisis de refugiados y desplazamientos de nuestro tiempo. Y, sobre todo, esta no es solamente una crisis de números; es también una crisis de solidaridad«.
Las costas europeas, de Grecia a España, vienen recibiendo a diario una cantidad variable pero considerable de personas que huyen de diferentes guerras o, en menor medida, que buscan una vida mejor. Según otro informe de ACNUR (que podéis leer aquí) , desde el recrudecimiento que se produjo en 2015, y durante 2016
«más de un millón de personas llegaron al sur de Europa en botes, un 84% procedentes de los 10 países que producen más refugiados, incluyendo Afganistán, Irak y Siria. La mayoría de los recién llegados, al menos 850.000 personas, han cruzado el Mar Egeo desde Turquía y hacia Grecia. Durante el año, cerca de 3.770 personas murieron o fueron reportadas como perdidas en el Mar Mediterráneo. Los niños representaron el 31% del total de los que llegaron, muchos de ellos niños solos, que requieren atención y cuidados especiales.»
Para analizar la situación que se ha creado en Europa con la llegada masiva de refugiados hay que tener en cuenta, entre otros aspectos, la diversidad de los países que conforman la unión, y la profunda desunión que ha puesto al descubierto la crisis migratoria, especialmente desde 2015. Europa no es uniforme y es cierto que las diferencias culturales, étnicas, religiosas, de costumbres, de horarios, hacen que sea muy difícil afrontar este tema. Pero, como recuerda José Luis Restán en un artículo reciente, es necesario que pongamos en perspectiva la acusación que hoy se hace a los inmigrantes y refugiados de ser los culpables de todos los males de Europa. En su opinión, ni la profunda crisis europea viene de los movimientos migratorios de los últimos años, ni el islam ni el yihadismo son tan amenazantes como se nos quiere hacer creer. Europa lleva decenios, como mínimo, sin hacer los deberes:
«La cultura pública occidental (especialmente la europea) ha ido perdiendo su savia griega, cristiana e ilustrada, de modo que a veces cuesta encontrar algo de sustancia incluso en aquellas celebraciones que siguen concitando un enorme consenso social, como es el caso de la navidad. Desde luego los responsables no son los inmigrantes. Lo son nuestras élites intelectuales, nuestra anémica sociedad civil, y también quienes nos quejamos amargamente pero somos incapaces de recrear la tradición como hecho vivo y relevante. Ahí tenemos tarea: fatigosa, apasionante, arriesgada. Faltan brazos y sobran lamentos. Y será una preciosa ocasión de diálogo y construcción común para creyentes y agnósticos, cristianos y miembros de otras confesiones.» (Podéis leer el artículo completo aquí)
Como hemos visto, y seguimos viendo cada día, Europa y la Unión Europea son incapaces de responder colectivamente al problema migratorio. España se adhirió a la Convención de Ginebra de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados el 22 de julio del año 1978. A este Estatuto están adheridos todos los países a los que llegan los refugiados, pero a pesar del enfoque común que da este marco del Estatuto, el reparto de la carga es profundamente desequilibrado, como leemos en este informe de Estudios de Política Exterior:
«En el diseño del control de la emigración y el asilo se aprecia un desequilibrio inherente que tiene mucho que ver con la geografía. La zona de libre circulación de Schengen está “protegida” por las fronteras exteriores y principalmente por Grecia, Italia y España, y por Malta y Chipre en menor medida. En virtud de su ubicación geográfica, estos países reciben la inmensa mayoría de las llegadas irregulares. Aunque el reparto de la carga es un principio básico de la UE, durante mucho tiempo la realidad ha sido que, de los 28 Estados miembros, un número muy pequeño se ha visto de verdad afectado por los flujos migratorios irregulares, y las fronteras externas han sido las que, fundamentalmente, han actuado de guardianas, pero también de puntos de llegada.» (Todo el artículo aquí)
Si hay un estado de derecho con normas claras de lo que se puede y no se puede hacer, y el no trato de favor a los emigrantes… seguramente el miedo a abrir las puertas sería menor.
Europa es y debe ser un conjunto de comunidades, como decía McIntyre, en «Tras la virtud»:
«Se dio un giro crucial en la antigüedad cuando hombres y mujeres de buena voluntad abandonaron la tarea de defender el imperium y dejaron de identificar la continuidad de la comunidad civil y moral con el mantenimiento de ese imperium. En su lugar se pusieron a buscar, a menudo sin darse cuenta completamente de lo que estaban haciendo, la construcción de nuevas formas de comunidad dentro de las cuales pudiera continuar la vida moral de tal modo que moralidad y civilidad sobrevivieran a las épocas de barbarie y oscuridad que se avecinaban.«
Se llaman comunidades porque tienen cosas en común, sobre todo unos valores, un estilo de vida, unas normas… y un proyecto. Estamos hablando de dos posibles visiones de la realidad, la Economía de la Escasez y la Economía de la Abundancia. Tenemos miedo a ser más para repartir el pastel, pero nos olvidamos de que cuantas más personas haya, más pasteles podría haber… El número de porciones podría/debería ser directamente proporcional al número de creadores de pasteles. Y está el miedo, el individualismo, el «primero yo»…
La clave podría estar en quién responde a los retos planteados. Las políticas formales de los Estados no son capaces, a menudo, de dar soluciones prácticas y operativas, que lleguen al refugiado que se encuentra en Lesbos, Idomeni, Calais… Por otro lado, el pueblo, las comunidades, las personas particulares en definitiva sí son capaces de llegar a cubrir necesidades vitales (alimento, abrigo, medicinas, etc.)…como hemos visto esta misma semana en Barcelona, donde un reducido grupo de particulares ha movilizado por whatsapp a centenares de ciudadanos que han hecho cola durante horas en la calle para donar ropa de abrigo de calidad. Tuvieron que anunciar que eran incapaces de trasladar más por no haber podido conseguir el envío gratuito. Entonces pidieron ayuda para empaquetar. Y tuvieron que comunicar que, por favor, ya no acudiera nadie más… Y así otros ejemplos. ¿Por qué el Ayuntamiento, la Delegación del Gobierno, El Gobierno Autonómico, y así sucesivamente…no son capaces de movilizarse así? Quizá si el Estado se coordinara mejor con las múltiples ONG’s que operan por esas zonas…
Está claro que la llamada a la emotividad funciona. Una foto (como la que aparece al principio de este post, del famoso artista de graffiti Bansky), un anuncio en la TV, un vídeo…
Os dejo con esta versión del tema Mediterráneo de Joan Manuel Serrat que la asociación #VolemAcollir (Queremos Acoger) ha grabado con el autor. Seguro que os gusta, os emociona, estaréis de acuerdo, todos querréis ayudar…. pero la pregunta es…
¿Cómo?
Esperamos vuestras sugerencias en los comentarios.
Hola a todos.
Nosotros lo hemos hecho a través de AXa que tiene una ONG henos mandado zapatos, abrigos etc. Os confirmo que está siendo un éxito. Estan llenando un segundo trailer que le envía la ONG HelpVoluntarios ??????
Un beso
Gracias, Teresa, por compartir.
Sin lugar a dudas, a través de proactivaopenarms.org
Duele leer esta crónica desde Lesbos. ¿Qué es Europa? Desde luego, el paraíso no…
http://bit.ly/2jHO70Z
Como se deduce de este maravilloso blog, Europa, como esta concebida, esta muy enferma, y cada dia mas debil. Las señas de idenridad del cristianismo y del humanismo han sido sustituidas por un liberalismo atroz donde la caridad y la misericordia no son mas que palabras vacias. En ese marco, los lideres se han sumido en un viaje hombliguista que consiste en no hacer nada. Hoy los cruzados no existen para otra cosa que para obviar una realidad percibida como molesta…y hemos abandonado todo lo que no sea hedonismo cortoplacista y al cristianismo humanista que nos llevo hasta la epoca de mayor esplendor europea, aun con sus sobras. Hoy ni sombras hay, porque no hay ni siquiera luz para inducirla. Los movimientos individuales o colectivos, asociativos y voluntarios, poco o nada pueden ante la cerrazon de las fronteras armadas y el liberalismo inmisericorde que guia las decisiones de los que elegimos, mal, para que nos gobernaran.
Que hacer? Dedicar recursos para atajar el mayof problema del siglo XXI, recursos que deberian captarse de donaciones o impuestos de las entidades o ciudadanos que quintuplican porcsi solos la renta media europea. Reinventar Europa? No solo? Es preciso reinventar el cristianismo util para el siglo XXI.
Gracias, Teresa, por compartir, me da un poco de lastima lo que se concirtio europa hace uno años ni me lo ubiera imaginado, muchos saludos