¿Sociedad desvinculada? Pide perdón y perdona

Vivimos una crisis, pero ni ha sido la primera, ni será la última. La frustración y la desesperanza son tan generalizadas y profundas que resulta inocente pensar que comenzaron con la crisis económica del 2008.

¿Cuál es la causa moral de estas crisis? ¿Es la posmodernidad una denominación formal de la degradación y ruptura de los vínculos humanos? ¿Está tocada de muerte la democracia liberal que conocemos? A derecha e izquierda los discursos están agotados. La idea de Europa como horizonte de democracia y bienestar se diluye. El ideal americano basado en el éxito del propio esfuerzo ha quedado en entredicho.

Mi gran amigo Miró i Ardevol en su libro «La Sociedad desvinculada» usa el término “desvinculación” para referirse a nuestra sociedad, donde se han roto los lazos humanos y todo aquello que los une, de modo similar al concepto de sociedad líquida y amor líquido, términos acuñados por el filósofo judío Zygmund Bauman.

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En la sociedad desvinculada existe una ruptura del contrato social de los ciudadanos con sus grupos dirigentes, la desestructuración familiar, y un invierno demográfico. Para el autor, “el partido político, que debería ser el instrumento para encauzar y transformar el pluralismo en propuestas positivas concretas, ha derivado en un sindicato auto referenciado de intereses”. Su propuesta para revertir la situación consiste en transformar la democracia liberal, que ha llevado a la oligarquía financiera, en un sistema que recupere el concepto de amistad civil aristotélica, basado en la virtud.

El relativismo moral de Nietzsche difundido en el siglo XX ha impactado en la moral personal y social: no existe el bien ni el mal. Todo es subjetivo, depende de cada uno. No hay bien objetivo, depende del cristal con el que se mire y, por tanto, tampoco existe el bien común.

Esto nos lleva a la desvinculación personal con el resto de humanos, y por tanto social, pues si todo depende de mí nos aislamos unos de otros. En cambio, el pensar que hay un bien y un mal objetivo que no depende de mí me lleva a la pregunta: ¿He hecho algo mal? ¿He hecho algo bien? Y aquí entran los demás para dar su punto de vista. En este momento entablamos el diálogo con otros, recuperamos valores fundamentales de relación como el dar gracias, pedir lo que necesitamos, pero sobretodo recuperamos el concepto de perdón, pues el mal no es algo estático, sino que con el perdón, al perdonar y ser perdonados, empezamos de cero, y restablecemos vínculos incluso más fuertes con los demás…

Un ejemplo de alma magnánima, acostumbrada a perdonar desde la comprensión del otro, diferenciando los hechos de las personas, lo encontramos en el libro «El tiempo en un hilo», la autobiografía de Maruja Moragas, de la que hablamos en un anterior post (link).

Este vídeo nos recuerda que pedir perdón y perdonar debería ser un hábito, un término de uso frecuente en nuestras vidas, necesario para lograr mejores relaciones interpersonales y sociales y mantenerlas en el tiempo, para ser confiables construyendo relaciones de calidad, sanas y duraderas, para construir una sociedad robusta, con familias fuertes y empresas productivas, que mejoren el capital humano y social que es lo que hace crecer un país.

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15 Comentarios

  1. Suscribo el contenido de este artículo. Al leerlo he recordado un pasaje del libro «La conducta de la vida» de Lewis Mumford en el que decía lo siguiente: «Si la resistencia a la transformación interna continúa, toda nuestra civilización se endurecerá aún más en el mismo molde, lo que paralizará las fuerzas que siguen siendo benignas y nos permiten escapar a una catástrofe mundial. Sólo las personas lo suficientemente fuertes para admitir su constante tendencia a la equivocación y el
    pecado serán capaces de encontrar nuevos caminos: sólo aquellos que confiesan sus pecados serán reactivados lo suficiente como para intentar la transformación que
    debe tener lugar en cada institución, en cada en grupo, en cada persona.
    Pero el lado negativo de este cambio no es suficiente; porque nadie puede apartarse del mal a menos que tenga una visión positiva del bien. Junto al arrepentimiento viene un proceso demasiado a menudo pasado por alto: la reafirmación de las virtudes y los bienes». Relacionado con este punto, Mumford denuncia el pecado de los inocentes. Sobre esta idea publiqué en mi blog el siguiente artículo que comparto por si es de vuestro interés. http://elsignificadodelavida.com/?p=346

  2. Me ha encantado el artículo que escribiste en tu blog, José Manuel, «el infierno de los inocentes». Cuanta inercia envenenada… Y cuantas omisiones culpables…. Gracias por comentar y aportar más ideas al debate!

  3. Me alegro mucho que te haya gustado el artículo, Nuria. Es un placer poder participar en tu blog.

  4. Cristina Acuña

    Buenísimo como siempre, Nuria.

    Un saludo,

    Cristina Acuña

  5. Luis Claramunt

    Una forma clara y sencilla de expresar la realidad que vivimos. Saludos.

  6. Carlos Torguet

    Un artículo maravilloso. Efectivamente, quien sabe pedir perdón y perdonar entra en un remanso de paz y felicidad. Pero tu artículo va más allá del perdón y me pregunto quien o quienes serán capaces de reconducir esa desvinculación hacia la reconstrucción de esos lazos humanos que la sociedad o buena parte de ella tanto necesita. Saludos.

  7. Roberto Marugán

    Es evidente que la HUMANIDAD está ante un desbarajuste de enormes consecuencias y que si no tomamos decisiones sensatas y eficaces, podemos estar muy mal durante largos años e incluso llegar a una ecatombe. Aprovechando la actual globalización de medios de comunicación y conocimiento, que en parte han sido causantes del problema, al haber tenido una velocidad de cambios no asumible por una misma generación, deberíamos utilizar los aspectos positivos, que los hay y muchos, para iniciar un cambio de formas de actuar, basándonos en los principios, normas y reglas, que durante años han funcionado, sean cívicas, morales, éticas o religiosas, para desde las Familias, las Escuelas, Universidades y los medios de comunicación, volver a las llamadas «buenas costumbres». No sólo saber pedir perdón y ejercerlo de forma sincera, sin esperar una actitud recíproca, sino adoptando actitudes generales que den valor a lo que realmente hace la vida agradable y feliz. Los saludos, la cortesía, la moderación, el lenguaje correcto, la sonrisa, el éstímulo, la generosidad y un largo etcétera. Hagámoslo cada uno de nosotros, demos ejemplo y pasemos la voz, para que el cambio se extienda. Seremos mucho más felices. En el fondo es un actitud de puro egoísmo. RMG.

  8. Así es. Cada uno actuando con principios y buenas costumbres desde su círculo de influencia que, por pequeño que sea, va teniendo un efecto expansivo en círculos concéntricos como piedra en el lago. Y quien llegue a tener poder formal que lo aproveche para ponerlo al servicio del bien común. El egoísmo ciego y el altruismo ciego no ayudan a construir sociedad. El «egoísmo inteligente» y el «altruismo inteligente» sí construyen y llegan a coincidir en las decisiones a tomar.

  9. RENATO YÁÑEZ

    Nuria, cómo siempre «poniendo el dedo en la llaga». Y también, ofreciendo alternativas de solución profundas. Evidentemente la palabra mágica «perdón», logra eso, ¡maravillas!.
    Frente a nuestra realidad mundial, hay que voltear, y estudiar con seriedad lo que la Doctrina Social de la Iglesia Católica propone con insistencia. Dios en el corazón de la humanidad para que pueda trabajar en conjunto hacia un objetivo general; con inteligencia, con generosidad, con compromiso, con responsabilidad, con solidaridad. Siempre buscando que las acciones conjuntas generen bien común. Lo que modernamente denominamos GANAR-GANAR. Pero que los beneficios lleguen a todos de la mejor manera, e invitando a que el esfuerzo sea común.
    En lo personal, mi compromiso de vida es ese. Y sé, que contribuyo con mi grano de arena.
    Un abrazo y muchos saludos!!!

  10. Muchas gracias por esta magnífica reflexión.

    Me encantó! Me hizo parar un momento y pensar…

    La grandeza de las pequeñas y sencillas actitudes hace la grande diferencia en nuestros corazones y en los demás.

    Es increíble el poder que nos da tan sencilla palabra – PERDÓN, desde que sincera, de diento hacía fuera.

    Como es inmensa la libertad que uno siente con la posibilidad de empezar de cero, una y otra vez!

    Cuantas posibilidades surgen con la grandeza de perdonar y ser perdonado!…

  11. Maria Eugenia

    Gracias Nuria, que necesario el perdón .. ¿pero siempre lo es?, ¿es justo en el DERECHO ? Desde la Ley y su finalidad social , parece no existir razón alguna para pensar en la institucionalización del perdón como contribución a hacer más eficaz al Derecho, pues el perdón (tanto el total como el parcial) anula el castigo merecido. No es justo, porque la justicia es «dar a cada uno lo suyo». Pero la necesidad del perdon es tan «antropológica» que incluso en el mundo del derecho se puede producir, siempre que se vincula justicia como derecho moral, expiación como deber justificado, y perdón como virtud de justicia: «cuando se ha reconocido la deuda, y es incuestionable el derecho al castigo, aparece la posibilidad del perdón». Es este reconocimiento el que lleva la expiación mínima necesaria para el perdón. Vale la pena leer el requerimiento de J. RATZINGER: «La moral conserva su seriedad sólo si existe el perdón, un perdón real, eficaz; de lo contrario, es sólo una pura potencialidad. Pero el verdadero perdón existe sólo si existe el «precio de la compra?, el «equivalente en el cambio?, si la culpa fue expiada, si existe la expiación. La circularidad que existe entre «moral-perdón-expiación» no se puede fragmentar; si falta un elemento, desparece el resto» RATZINGER, Ser cristiano en la era neopagana, 1995, p.25.

  12. Francisco Larrain

    Una buena carta de navegación de principios y valores para toda sociedad suele ser igual dignidad personal, bien común, subsidiaridad y solidaridad. Como valores verdad, libertad, amor. familia paz trabajo. Gracias Nuria

  13. wow! me has hecho pensar en la vida que llevo y de los cambios que se deben hacer para que la comunidad mejore mucho, siempre tendre en cuenta tus reflexiones.

  14. La verdad que al leer tus artículos esas palabras me llegan profundo 🙂 Haces pensar toda nuestra realidad…

  15. “ Pedir perdón y perdonar debería ser un hábito…” y que gran verdad. Felicidades por saber dar en la clave de lo importante. Hay un libro sobre ese tema, «Heridas en el corazón»: analiza las manifestaciones y el sentido del perdón, así como las consecuencias positivas que produce también en quien perdona. Cualquier edad es buena para aprender a perdonar, pero sobre todo para enseñar a nuestros pequeños a hacerlo, a ver qué hay más allá del perdón y la necesidad de hacerlo de verdad. El autor, Javier Schlatter, lo sabe divulgar de una manera excepcional y con este libro te ayuda a ver la verdadera necesidad del perdón para ambas partes, para el que perdona y para el que se sabe perdonado.

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