El poder de una palabra
Mientras estoy en Manila, acompañada de mi marido, para impartir sesiones dentro del Programa 10,000 Women de Goldman Sachs, recibo el último ensayo de nuestra hija que parece completar el anterior sobre el silencio. He vuelto a quedar gratamente sorprendida de su alcance y por eso os lo facilito por si queréis disfrutarlo como yo.
EL PODER DE UNA PALABRA – Mª NURIA FERRER-CHINCHILLA
Austin ha despertado en mí un mundo nuevo. ¿Qué es eso de que hacemos cosas con las palabras? Realmente apasionante. Todo lo que sale de nuestra boca expresa algo y nos afecta sin que podamos evitarlo. Un simple gracias conlleva mucho más que ese sonido y no dejará al receptor indiferente. Cada una de las palabras que pronunciamos va configurándonos, va haciéndonos nosotros mismos.
Las palabras son consideradas por muchos como una mera herramienta descriptiva. Para mí no eran más que eso hasta que descubrí la filosofía, y con ella a Austin, planteándome así las cosas más bellas y más sencillas, que precisamente por eso pasan desapercibidas en nuestro ajetreado día a día. Contemplar estos asuntos nos ayuda a ser más humanos, a conocer nuestra hermosa condición con la que hemos sido creados.
Retomando el tema que me concierne, una palabra es mucho más que un conjunto de signos; una palabra expresa nuestro yo más íntimo, nos define ante el otro. El modo cómo la pronunciemos, el énfasis que le otorguemos, dejará entrever nuestro estado de ánimo, nuestro parecer ante lo que narramos o nuestra implicación en ello. Hay momentos en que una sola palabra es capaz de arreglar una amistad, de sellar un matrimonio para siempre, de borrar nuestras culpas o de transformar una sustancia en otra.
La ausencia de una palabra en el momento adecuado puede causar un enfado, el negar a alguien una respuesta puede separar dos almas y otra palabra de perdón puede unirlas de nuevo. La fuerza de una palabra no recae en la pronunciación de ésta, sino en todo el significado que arrastra tras de sí y que sale a la luz junto con ese movimiento de aire entre los labios. Una palabra es mucho más que un sonido o que una vibración de las cuerdas vocales. Si no pudiéramos hablar, podríamos igualmente utilizarlas mediante la escritura u otros lenguajes de signos.
Utilizamos las palabras para pensar, imaginar, soñar, recordar, inventar, juzgar, criticar, engañar, mentir, desahogarnos, comprometer, jurar, trabajar, dialogar, jugar, rezar, perdonar, agradecer, amar, entregarnos… Está clarísima, por ello, la importancia que tiene el que hagamos un buen uso de ellas y seamos conscientes de lo que cada uno de estos actos implica. De todos modos, también podemos utilizarlas para rectificar en el momento en que metamos la pata.
Las palabras son el regalo que Dios nos da para comunicarnos con Él y con los demás seres humanos. Él mismo creó todo haciendo uso de esta realidad que nos otorgaba: las palabras. La segunda persona de la Trinidad es el Verbo, la acción, el acto puro. Es la Palabra misma quien crea.
Las palabras nos acompañan en los momentos más importantes de nuestra vida y nos comprometen para siempre. Un juramento, las palabras del sacerdote al realizar los sacramentos, un “te quiero” o un “adiós”. Son etapas de nuestras vidas que comienzan y se cierran con una palabra.
Son el medio para abrirnos a los demás y a nosotros mismos, para conocernos. Pensamos con palabras. Son ellas quienes nos permiten comunicar a quien escojamos lo que llevamos en nuestro interior, mostrar nuestros secretos a quienes nos decidamos a abrir el corazón. Una palabra vale mucho, debemos saber guardarlas para cuando sea debido. Habrá ocasiones en que debamos encerrar palabras en nuestra alma para que formen parte de nuestra intimidad y sólo nosotros y Dios las conozcamos. Es un ejercicio difícil, ya que hoy se fomenta el que se compartan todo tipo de sentimientos con el prójimo sin necesidad de que haya un vínculo verdadero entre ambos. Muchas veces tendremos que medir las palabras que empleamos y no dejar que se escapen perdiendo el preciado valor que tienen. Hay palabras que no todo el mundo merecerá escuchar de nuestros labios y otras que necesitan salir abriéndose paso cuanto antes aunque tratemos de evitarlo.
Concienciémonos, pues, del valor y la fuerza que tienen y no las desgastemos inoportunamente.
Marzo 2010
Muchas gracias Beibi !! De nuevo enhorabuena. Es un verdadero placer leerte querida mía. Este ensayo es muy rico, profundo, aleccionador. Cuántas palaras derrochadas inútilmente…y tantas que hacen daño. Y qué riqueza espiritual nos da el silencio, saber administrar las palabras con sabiduría y emplearlas en el momento adecuado.
Un beso y de nuevo felicidades. Un abrazo Nuria madre y Nuria abuelita !! Marta
Hola Beibi, no nos conocemos pero yo sí conozco a tu madre y a tu abuela Nuria. Las quiero y las admiro mucho.
Me gustó mucho, muchísimo, tu primer escrito y éste me ha sabido a poco…
¡Qué bién nos puede hacer sentir «MOMENTÁNEAMENTE» una palabra mal intencionada… y que «coletazos» nos da el resto de nuestra existencia! Si hubiéramos sabido darle el valor de su significado en cada momento, seguro que no habríamos hecho tanto daño a otras personas y aún menos a nosotros/as mismos/as .
Si lees la prensa, si escuchas los debates de nuestros políticos, sí, a aquellos/as a los que se les presupone tienen un cierto intelecto (?) te das cuenta de que se utilizan términos de una manera casi insultante para el que los oye. Se inventan vocablos a fin de adaptarlos a su interés…y les importa un churro que se les entienda o no. Lo peor de todo es que, la mayoría de los que escuchan, se subyugan a la verborrea complaciente de la mayoría de esos charlatanes. Sobretodo si son del mismo «color…»
Por eso, jóvenes cómo tú que además analizas, cuestionas y denuncias la importancia desaparecida de nuestro lenguaje me enorgullecen en gran medida.
Siempre he dudado de aquellos/as que pronuncian grandes y somnolientos discursos, quizá porque soy demasiado pragmática y la acción va más conmigo.
Sigue escribiendo pues este tema es muy importante y tú lo haces de maravilla. De hecho la comunicación es primordial en nuestras relaciones humanas, pero la comunicación cómo la que tú relatas: la clara, la justa, la sincera, la verdadera, la correcta, la de silencios largos, la de las palabras enteras, LA NECESARIA.
Un beso Beibi,
Anna
1000 palabras no pueden comunicar lo que una mirada…
1000 miradas no pueden comunicar lo que un instante en silencio…
La palabra se puede convertir en una flor o en un cuchillo.
La utilizo en esta oportunidad para decirte gracias por el artículo, un placer leerlo!
Enhorabuena! veo que has tomado muy buena nota de tu madre. Es un artículo que muchos tendrían que leer, ya que se está perdiendo el buen uso de la palabra, nos olvidamos de utilizarlas con sabiduría, no nos paramos a reflexionar el daño que puede hacer un mal uso de ellas. No dejes de escribir !
Buenas familia,
Beibi, me has hecho recordar el libro «678 monjas y un científico» de David Snowdon -que seguro le sonará a tu madre- y del que existe un resumen estupendo colgado en internet: http://www.caum.es/CARPETAS/cuadernos/cuadernospdf/libro6/678%20monjasyuncientifico.pdf
Si las palabras (el lenguaje positivo) pueden vencer al alzheimer, es que su fuerza es más potente de lo que podemos llegar a imaginar.
Besos
¡Enhorabuena, Nuria jr.!
Ohalá mucha gente vuelva a profundizar en la trascendencia de esas palabras cotidianas… las definitivas.
Rafa
Núria, m´has fet reflexionar sobre el què dic i com ho dic. Tens raó que a vegades no mesurem prou la dimensió o la repercusió de les nostres paraules envers els altres. Gràcies Núria!
I EL VERN S’ENCARNÀ Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Es lo que recordaremos mañana, dia 25 de marzo en la Fiesta de la Anunciación del Señor.
Magnific treball, Núria jr.I EL VERB S’ENCARNÀ I HABITÀ ENTRE NOSALTRES.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Es lo que recordaremos mañana, dia 25 de marzo en la Fiesta de la Anunciación del Señor.
Els teus pares sembla que tenen el do de la BILOCACIÓ, com sant Antoni de Pàdua, que estava en dos llocs al mateix temps. Predicant a ls mutituds i atenen a un necessitat a l’hora. Records i valorem molt totes i cadascuna de les nostres paraules. Josep
Dices en tu enriquecedor ensayo: «Las palabras son el regalo que Dios nos da para comunicarnos con Él y con los demás seres humanos». Me ha hecho pensar en un precioso cuento de Paulo Coelho, en el que un niño reza diciendo las letras que sabe…. a,b,c,d… para que Dios las tome y forme las palabras que más le gusten. (www.angelfire.com/ny4/ml97/yamku.html )
Si -según entiendo, tal y como sostiene Austin-, darte las gracias me configura como una persona agradecida, entonces yo, hermosa Nuria, te deletreo esta palabra: G-R-A-C-I-A-S !!!.
Al igual que tu ensayo anterior sobre el silencio, también lo que dices en éste me ha encantado. PALABRA de honor!!.
Tengo la bendita suerte de poder compartir mi día a día con esta increíble persona. Y os puedo decir que este bonito ensayo refleja lo que es Beibi. Es prudente por excelencia: sabe cuando ha de hablar y cuando no. Cuando lo hace, no sobra ninguna de sus palabras y cuando no lo hace, te brinda su transparente mirada y su inocente sonrisa, que acertadamente es lo que único que necesitas. Sus palabras hacen que a su alrededor se respire paz y serenidad, pero sobre todo alegría. Este conjunto de palabras que forjan su ensayo, expresan su “yo” más íntimo y la definen.
GRACIAS Beibi por ser como eres y por hacernos mejor a todos!